Cómo elegir una maceta para tu cactus

  • Te mostramos las ventajas e inconvenientes de los diferentes tipos de materiales para tu recipiente

Fíjate en qué tipo de cactus tienes y donde piensas ubicarlos para elegir la mejor maceta.

1 Depende del tamaño de tu planta.

Lo primero que debes tener en cuenta es el tamaño del cactus. Los ejemplares más pequeños estarán mejor en macetas más bajas y viceversa. De manera general, la profundidad de la maceta nunca debe ser inferior a 12 centímetros.

La mayoría de las especies desarrollan raíces de manera horizontal para aprovechar mejor el agua de lluvia. Por eso, son recomendables los recipientes anchos, con un diámetro de un mínimo de siete centímetros.

2 Como recomendación, una maceta con desagüe.

Como cualquier planta es necesario trasplantar tu ejemplar a un recipiente mayor cuando las raíces se hayan extendido. Hay que evitar que éstas compacten demasiado la tierra o asomen por el agujero del drenaje. En ese sentido, lo mejor es tener una maceta con desagüe de un centímetro de diámetro aproximadamente.

Además, tendrás que colocar algunos trozos de cerámica en la base para evitar que el sustrato tapone el orificio. Puedes utilizar recipientes sin agujero de drenaje pero, en ese caso, tendrás que regar con mucha precaución.

3 Recipientes de barro.

Otro aspecto a tener en cuenta para elegir una maceta es el material del que está hecha. Normalmente, suelen ser de barro o de plástico.

Las primeras son más estéticas pero más pesadas. Además, son transpirables, lo que reduce la posibilidad de que la planta muera por exceso de agua. Por tanto, son adecuadas si piensas dejar tu cactus en el exterior.

Pero la porosidad de su superficie también provoca que se acumulen sales en las paredes de la maceta que pueden afectar a las raíces. Una solución es utilizar en las macetas de barro barnizadas, en las que el agua no se evapora con tanta facilidad. En este caso, habrá que regar con más frecuencia y vigilar que el drenaje funcione correctamente.

4 Macetas de plástico.

Los recipientes de plástico son más ligeros y tienen una mayor capacidad de retención de la humedad. Por tanto, son más adecuadas para tenerlas en el interior, donde puedes controlar los riegos. Además, si las dejas al sol, las altas temperaturas pueden recalentar su superficie y provocar la muerte de sus raíces.

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